Un total de 63 periodistas fueron asesinados en 2018, según Reporteros sin Fronteras. Después de Afganistan y Siria, México es el país más peligroso del mundo para ser periodista. Centenares de profesionales viven allí amenazados y coaccionados. Miriam Ramírez y Mayra Cisneros, periodistas mexicanas, han sacrificado muchas cosas para poder hacer su trabajo. En un acto en el Colegio de Periodistas de Cataluña, denuncian que es el gobierno mexicano quien ejerce la violencia, auspiciado por el dinero del narcotráfico.
Mayra Cisneros trabajaba en la emisora de ràdio “La poderosa” en el estado de Coahuila, maldecido por tener frontera con Estados Unidos. Fue despedida por criticar a miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante las elecciones.
Según Mayra, la emisora cedió porque recibía dinero del partido. Ella continuó denunciando las presiones hasta que las advertencias fueron demasiado lejos. Una noche, cuatro hombres armados la secuestraron durante unas horas para que retirara su denuncia. No lo hizo y dejando atrás a su familia, huyó a México D.F, donde encontró el apoyo de una organización feminista.
Miriam Ramírez trabaja en el semanario Riodoce, en Sinaloa, y está especializada en corrupción. Su vida cambió en mayo de 2017, cuando asesinaron a su compañero Javier Valdez.

“El asesinato de Javier paralizó la redacción. Quedamos todos muy tocados emocionalmente”, relata. Valdez había recibido varios premios por sus investigaciones sobre el cártel de Sinaloa, liderado por el ya famoso Joaquín ‘El Chapo‘ Guzmán. Murió después de recibir cuatro disparos en plena calle.
Internacionalizar el conflicto
Miriam y Mayra son las dos primeras mujeres que participan en el programa “Barcelona protege periodistas de México”. Durante seis meses recibirán apoyo psicológico, formación y explicarán su experiencia para buscar aliados fuera de su país. “Los periodistas en México nos estamos organizando a través de plataformas como Periodistas de a pie o Artículo 19, pero es imprescindible construir redes para conseguir apoyo internacional”, explica Miriam.
Reporteros sin fronteras y las Naciones Unidas llevan años denunciando la violencia contra periodistas en México. La tecnología es una gran aliada. “Nos permite ser independientes e informar a quién está interesado”, afirma Mayra. Cada vez existen más medios que escapan del control del gubernamental, pero el esfuerzo para hacer frente a las presiones y conseguir financiación es titánico.
El principal problema es la impunidad. “Es el gobierno quien nos agrede”, asegura Miriam. “Esto hace que los ataques no se investiguen”. Mayra explica que quien la agredió tiene cinco denuncias más, pero no se ha hecho nada: “Son los mismos gobernadores los que frenan las denuncias.”
Corrupción y feminicidios, las lacras de México
La corrupción es otro de los males endémicos del país. “El dinero del narcotráfico sirve para el pago de sobornos”, denuncia Mayra, que recuerda que muchos medios en México son propiedad de políticos.
La lista de vejaciones se ha ampliado recientemente con una nueva forma de presión: las denuncias por difamación. Según Miriam, “esto hace que debamos ser muy cuidadosos a la hora de documentar el contacto con nuestras fuentes.”
La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México el mes de diciembre pasado ha abierto un halo de esperanza, no sólo para los periodistas, sino también para las mujeres.
Según datos de la ONU, siete mujeres son asesinadas cada día en México. “Hay leyes, pero no se aplican”, afirma Mayra. Miriam reconoce que las mujeres tienen miedo porque están más expuestas. “Hay señalamientos en redes sociales y agresiones en el metro. La política vende igualdad, pero las mujeres no ejercen un poder real”, añade.
Ambas miran al futuro con cierta inquietud. Después de la muerte de Javier Valdez, Riodoce incrementó las medidas de seguridad. En mayo, cuando acabe el programa del Ayuntamiento de Barcelona, Miriam volverá a Sinaloa, pero no sabe en qué condiciones.
Mayra aún se emociona cuando recuerda por todo lo que ha tenido que pasar. “Bajé 20 kilos en menos de un mes. Me golpearon y me lo quitaron todo. No me podía mover de mi casa”. A diferencia de Miriam, Mayra no podrá volver a Coahuila. El riesgo es demasiado alto. A pesar de haber dejado tantas cosas atrás, las dos se mantienen firmes: “Les molesta que estemos y les molesta que hablemos, pero vivir con miedo no es vivir”.
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